En la buhardilla, olvidada
entre vaporosas faldas
recargadas de volantes,
castañuelas y peinetas,
brazaletes tintineantes,
enlutadas pañoletas,
viejo calzado flamenco,
la lacerada guitarra
dialoga con el silencio:
"Ya nadie de mí se acuerda
ni pretende acariciarme
ni gusta rasgar mis cuerdas
ni tientos, bulerías y soleares
de la garganta arrancarme",
lamenta... y el silencio calla,
mutis en las sombras hace;
ocultos en la gaveta,
de cante jondo repleta,
los revoltosos roedores
evitan importunarle,
y se acallan los rumores
de la voraz xilófaga
corroyendo la cómoda,
el alma de la madera.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
8 comentarios:
Cuando las termitas se introducen en tu casa...más vale echar a correr, acaban con todo, a iguál que ese silencio que nos carcome el alma...un besote preciosa.
Hola María José.
Parece mentira
la inspiración donde puede hacer su nido,
conversación en silencio
entre esas cosas guardadas en el desvan del olvido.
Muy bonito, gracias.
Un abrazo.
Ambar.
Hola Maria José hermoso poema, un placer.
que tengas una buena semana.
recibe un saludo.
Y la madera acalla sus sonidos, y reserva notas en el silencio que presagia el canto de las verdades...
Un abrazo.
Original poesía, amia Maria jose; perdona que una temporada no acuda a vuestros blogs amigos, debido a un alejamiento impuesto de la red.
Besos
Muy buena esta poesía Mari Jose,¿ cuantos recuerdos en las maderas que todo lo absorben?, "oyen, ven y callan"...Un beso de buenas noches, amiga.
¡¡Qué ingenio!!
La guitarra es como la mujer que si no se toca se oxida y atrofia.
Me ha gustado este poema a la guitarra.
Un abrazo mi querida amiga alma
La guitarra en el armario , todavía está empolvada , no la toco para nada ni hago sus cuerdas vibrar.
Tus bulerías , tus soleares, tus encantos fundidos con la guitarra.
Besos.
Me gusta tu casa y ¡¡VOLVERÉ!!!
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