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domingo, 15 de enero de 2017

Más allá de la lujuria...

Por más que tu mirada felina
estudie cada uno de sus gestos,
como si cada uno de ellos
fuese un enigma a resolver...
Por más que tus melíferos besos
endulcen el perfil de su boca
y tus labios indaguen su cuerpo,
hasta hacerla estremecer...
Aun presumiéndote albacea
de sus duelos y sus gozos,
no sabrás quién es la extraña
que ahora pernocta en tu alcoba,
porque ni ella se conoce a fondo.
¿Cómo podría conocerse
si cada día se siente otra
y por ende diferente
de la que otrora amaneciera
pegada a ti... a tu vientre,
de aquella que cual lluvia necia
irrigara el Jardín de los Deleites,
hasta hacer que floreciera?
¿Cómo... si en todo difiere
de aquella flexible espiga
que acatando la orden del viento
se prestaba a ser acamada
y por consiguiente vencida?
¿Cómo... si cada día registra
las horas que la separan
del día que se avecina...?
 
© María José Rubiera
 
 

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