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lunes, 30 de mayo de 2016

En el trasfondo...

Acontecidos los siglos,
nada es lo mismo... en apariencia,
en el trasfondo... todo es lo mismo:
mudada la hirsuta vestimenta
en lana de oveja desvalida
el "lobo" sigue hollando lo boscoso,
al acecho de ilusa "caperucita"
que frecuente lo engañoso.
Engañoso... como las apariencias
que al "Yo" le muestran lo que ansía ver,
y tóxico el bebedizo
que las apariencias le dan a beber
el "Yo" se envenena de egolatría
y coronado de falsario laurel
el "Yo" se entrona en la pedantería...
hasta caer por su propio peso.
Los abriles franquearon
los umbrales del tiempo
y nada parece lo mismo,
pero todo es idéntico:
el agua sigue siendo el agua
que de impudicias libera al océano,
la tierra fue, es y... –¿seguirá siendo?–
el cobijo de vivientes y ausentes,
el aire sigue siendo el aire
que oreó y orea las mentes;
el fuego sigue siendo el fuego
en que los lirios ardieron...

© María José Rubiera

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