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viernes, 18 de marzo de 2016

Desde la Tierra del Fuego...

Ultimada su misión
en la Tierra del Fuego,
a bordo de herrumbroso cascarón
surca la Primavera
el océano que de Asturias la separa.
En sus muñecas, pulseras
que los yaganes le regalaran,
en su melena al viento
una peculiar diadema
de hielo cristalizado,
que un fueguino le trenzara.
"¡Qué buena gente los onas,
con qué esmero me obsequiaron!",
se dice, y absorta en sus recuerdos,
dejándose acunar por las olas,
adormecida, arriba al cántabro litoral,
donde un chiflado arrendajo
sin venir a cuento comienza a glayar:
"¡Al abordaje... Al abordaje!"
Y sobresaltada la Primavera:
"¡Estás majara, arrendajo!"
"¡Ja...! Vos, hermosa Griselda,
¿gozáis acaso de cordura?"
"¿Por qué me dices Griselda?"
"¡Porque así le digo a la estrella
que alumbra mis noches sin luna!"
Los glayidos monocordes
del impostor bucanero
alertan al silente invierno
del acontecer vernal...

© María José Rubiera

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