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jueves, 2 de julio de 2015

Eva


Desconozco qué es en verdad la vida:
si inopinado accidente
o portentoso milagro,
pero me gusta imaginarla
a semejanza de un río calmo
en el que al ajarse la sombra,
por el rosicler de la aurora cegada
la noctámbula luna, llorosa,
sus ojos pitañosos lava,
donde los visos solares
hacen de cada remanso
una mena de diamantes
prístinos, inmaculados.
Confieso ser una romántica
que tiende a la cursilería,
lo soy... hasta tomar la palabra
la Eva que en mí habita
y aseverar en un hilo de voz
que la vida es un peregrinar
hacia ninguna parte,
o al menos no hacia parte conocida,
asimismo me recuerda
el pedregoso camino a seguir
por este valle de inmundicia,
para todos arduo, cenagoso,
máxime para las hijas de Eva,
y en especial para aquellas
(léase librepensadoras)
que vindicamos el derecho
a pensar por cuenta propia.
Nunca lo tuvieron fácil las "muñecas":
de cara a la galería siempre riendo...
y llorando por dentro.

© María José Rubiera

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