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sábado, 27 de junio de 2015

Folixa


Doce campanadas... doce
canta el reloj de la torre,
el gnomon en la plazuela
señala la medianoche
y en la noche sanjuanera
queimadas, conjuros y danzas
en rededor de la hoguera
–según nosotros, astures,
juerga, alegría... folixa,
según otros condenable herejía–.
Ni lo sé ni me interesa
si sacro o pagano el festejo,
tan sólo albergo certeza
de escenas otrora vividas
que de forma puntual
se repiten en el tiempo,
situaciones decisivas
que con un hito marcaron
mi epopeya personal...
Como la brujesca noche,
en todo semejante a ésta:
la Danza Prima ancestral,
la luna brillando por su ausencia,
los cielos encapotados,
el orbayu sumándose a la fiesta...
Me miraste y te miré,
nuestras bocas se juntaron,
me besaste y te besé
y aquellos labiosos besos...
intensos, apasionados,
almas sedentarias ellos
continúan afincados
en tu recuerdo y mi recuerdo,
en tus labios y en mis labios.

© María José Rubiera

 

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