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lunes, 11 de noviembre de 2013

Íntimo y privativo


Mañana,
después de haber librado
mil batallas en el lecho,
después de haber saciado
al león que llevas dentro,
una vez paliado el deseo
de levitar sobre otro cuerpo,
poseída la certeza
de que mientras uno quiere
el otro se deja querer,
que amor y felicidad
rara vez se tutean,
que la viciada soledad
sigue pendiendo del techo...
 
Mañana,
cuando por la vidriera
entre la madrugada,
habrás de encararte
con el ajeno del espejo.
 
Mañana...


© María José Rubiera

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