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jueves, 24 de octubre de 2013

Azufrado

Amanece gris-plomizo.
Intuyo que el de hoy será uno de esos días macilentos en los que el instante parece congelarse en algún vértice del espacio-tiempo, en que el cronómetro continúa registrando un presente hecho ya pretérito. Días en los que predomina la carencia de entusiasmo, de dinamismo, de ritmo y cualesquiera expectativas y motivaciones abocadas están al fracaso.
Días fláccidos, famélicos, tísicos en los que la naturaleza dormita y nada fructifica, ¡nada! En los que se motean de lánguido azufrado los jardines, las hojas de los árboles, las calles, los edificios, los tejados...
Días cáusticos, malhadados en los que mis pensamientos cían a la deriva y mis versos, al no hallar ideas que los capitaneen, se amotinan en el océano de la necedad. En los que las palabras se me aglutinan en el cerebro y contestatarias exigen manifestarse, resultando ser insustanciales una vez trasladadas al papel.
 
Amanece gris-plomizo.
La turbiedad del asfalto pesa sobre mis párpados. Presa de astenia anímica me digo que más me vale continuar durmiendo, y soñar con lo venidero.

© María José Rubiera 

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