Aspiro, cariño mío,
a ver transcurrir la vida
poetizando, relatando... amando;
a transcurrirla contigo.
A que el vendaval se aleje
del quicio de nuestra puerta,
y los batientes refrenen
intromisiones ajenas.
A que los besos florezcan
no sólo en ciclo vernal
sino siempre que apetezcan.
A que el viento a barlovento
haga sonoro el silencio,
a que el aura marinera
atesore en sus alforjas
susurros de caracolas,
a que las aves canoras
se avisen marchantes de arte:
el arte del amor,
el arte de amar...
el arte de amarse.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
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