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lunes, 24 de septiembre de 2012

Cautiva

Fue en un domingo de otoño
que, camuflada entre trapos,
revistas, libros añosos,
loza descascarillada
y demás ajados trastos
que los calés ofertaban
en el mercadillo dominical,
vi una caja de música
de palisandro rosado,
con taracea de nácar.

A pesar del recelo gitano
tomé entre mis manos la antigualla
y le levanté la tapa.
La cautiva bailarina danzaba:
el cabello recogido en un moño,
el tutú deshilachado,
el corpiño pringoso;
zapatillas de ballet
que tiempo atrás eran blancas
y a fuerza de tanto usarlas
se le habían vuelto pardas.

Danzaba y danzaba... sin darse parada,
tan sólo de cuando en cuando
en el espejo detenía la mirada
milésimas de segundo,
y continuaba la danza:
los torneados brazos elevados,
señalando al firmamento,
invocando a un ignoto demiurgo.

Yo... habría de jurar que lloraba.


© María José Rubiera

8 comentarios:

La Gata Coqueta dijo...



Las sorpresas continuan revosando antes de conocernos.
También yo tengo cinco blogs, este es un mundo de arcoíris de colores a los que nunca puedes llegar a tocar con la palma de las manos, solo con la imaginación.

Te dejo presentes mis huellas dando por hecho que supones quien soy y si no fuera así se que más tarde te llegará la luz...

Besos solo par ti!!

Atentamenmte
María Del Carmen



L. Gispert dijo...

Que bien describes ese poema, María José. Excelente literatura, con una sensibilidad romántica extraordinaria.

Saludos,

Luis.

Delsa Fernández dijo...

!Precioso¡ Me hace sentir cierta nostalgia y me gusta. Gracias, querida María José. Besitos con cariño.

jose maria criado lesmes dijo...

Mi querida y platónica amiga Maria Jose, muy bonito.
Besos

Lapislazuli dijo...

Tuve una cajita de música, hermoso regalo en la adolescencia, me invadió la nostalgia de tus letras
Un abrazo

FIBO dijo...

Podría ser que llorara...y le preguntara a ese creador...¿que has hecho?...¿en que no has convertido?...¿esto no es lo que tu creastes?...un besote preciosa, me ha gustado.

Jose Manuel Iglesias Riveiro dijo...

Seguro que al danzar llora su efímera y rutinaria presencia, su destino ser vista espontáneamente y la oscuridad ser su guardián implacable.
Un beso.

Ángeles dijo...

Has conseguido con tus versos, que vea a la bailarina girando y girando con su vestido de gasas... Es un poema con una ternura infinita, mis felicitaciones por él.

Un abrazo perlado de felicidad.