"Te llevaré a un lugar donde los astros
figuran estar a un palmo de la mano",
dijo él, y ella asintió con la cabeza.
Y haciendo alarde de exquisita oratoria
continuó desgranando palabras
en tanto que la joven observaba,
en la penumbra amparada,
las desaforadas pasiones
signadas en las pupilas grisáceas,
la irreductible voluntad masculina
en la línea de los labios bordada.
Y sintió excitación, atracción, deseo,
inquietud, vértigo..., miedo
–miedo que iba en crescendo
a medida que se adentraban
en el paraje inédito–,
y comenzó a temblar
como una azogada
y las sienes le estallaban,
y se reprendió a sí misma
diciéndose loca temeraria.
Y perseveró la noche
y no reverberó el alba,
y el céfiro canturreó una salmodia:
funesto agüero anunciaba.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
5 comentarios:
Palabras que engatuzan...inocencia desbordada...el deseo prohibido...y final esperado...miedo al resultado...un besote preciosa.
Y el céfiro canturreó una salmodia. Hermoso, poético y lleno de amor, como de costumbre :) Gracias por regalarnos tus versos, María José. Me alegra leerte de nuevo. Un abrazo =)
Solo el amor desvanece los miedos cuando las palabras brotan del verdadero sentir.
Besos
2 de julio de 2012 17:53
Lo creo.
Un abrazo
Cierto, cuando el amor está en nuestro corazón, no existe él miedo.Que bello María Jose lo que dices en este poema, felicidades y gracias por ser y estar amiga, que pases un buen finde
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