Quería irse,
distanciarse del silo convencional
en que el amor es hacinado
como se hacina el cereal,
olvidarse de los meses encastrados
en la muralla conventual,
de los años apilados
en el acervo del tiempo,
de la oscilación pendular
que ralentizaba las horas
y las hacía más densas.
Quería irse,
irse lo más lejos posible,
aunque para ello hubiera
de salvar laberintos
hollados por pasos furtivos.
Pero ni entonces ni nunca se iría,
porque era consecuente:
sabía que en la distancia amaría
de igual manera que amaba en la cercanía.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
6 comentarios:
Amiga María Jose ; tenía un buen dilema,irse a quedarse,pero no veía la forma de solucionarlo;eso debe pasar con frecuencia.
Besos
A veces querida María jose, sin más remedio hay que irse,para salvar situaciones en la vida..Me alegra el alma volverte a oír, siempre es un placer...gracias por estar..besos amiga
María José, me gusta mucho tu poema. Un placer leerte.
Un abrazo,
Luis.
La distancia siempre sera cruel y nos hace valorar mucho mas la cercanía, el perfume de los labios amados...
Besos
No hay distancia cuando hay dolor en el corazón...y no es cierto que un clavo saque otro clavo...un besote preciosa...me ha gustado.
La lejanía pone a prueba al amor. Un abrazo
Publicar un comentario