Las sombras se dispersan,
la oscuridad se disipa,
los gallos de alboroto hacen derroche,
pregonando la ordalía
en que se enjuicia a la noche
y se excarcelan las claras del día.
De su excelsa donosura
se vanagloria la aurora,
ante tan regia hermosura
las luciérnagas se eclipsan
y le rinden pleitesía,
el aire se aromatiza
y las aves ejecutan
la matinal sinfonía.
Las horas son fugitivas
que se evaden en tropel,
se precipitan los días,
y nos repetimos, igual que ayer,
como nos repetiremos mañana
y pasado mañana y una y otra vez.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
7 comentarios:
Hola María José...Como se nos va el tiempo, ¿verdad?.. Efímeras las horas, pasan sin darnos cuenta..De nuevo es un placer leer tus poemas, felicidades por tus bellas letras y sentimientos...Buenas noches.
Nos repetimos en segundos, minutos, horas, en días, el tiempo pasa, vuela, y se nos vá yendo.
Besos.
Amiga Maria José;preciosa representación de un nuevo día.
Besos
Cierto, qué raudas las horas del amanecer tan bellamente descritas. Los ciclos se repiten, mas en el amor cada día es uno nuevo y se le aguarda con esperanza.
Besos poeta
Me encantan y disfruto de los amaneceres...es algo que no tiene ninguna parte más del día...un besote preciosa...me ha encantado.
La belleza de la aurora se refleja en tus letras. Efímeros minutos llenos de poesía….
Un fuerte y cálido abrazo. María.
Amiga María josé ¿no te pasará nada? porque hace tiempo que no se de ti.
Besos
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