Viejo roble:
En esta tarde de otoño,
ambarina, luminosa,
quiero sentarme en tu base
y observar a las hormigas
que laboriosas se afanan
en procurarse viandas.
Ver las celosías perfectas
que tricotan las arañas,
a las presumidas hojas
que se contonean y vuelan
creyendo ser mariposas.
Quiero abrazarme a tu tronco
viril y majestuoso
y al amparo de tu copa
quiero hacerte confidente
de mis luces y mis sombras,
y que a tu vez me relates
la historia de los amantes
que jurando amor eterno
grabaron dos corazones
en tu corporeidad leñosa.
© María José Rubiera
que laboriosas se afanan
en procurarse viandas.
Ver las celosías perfectas
que tricotan las arañas,
a las presumidas hojas
que se contonean y vuelan
creyendo ser mariposas.
Quiero abrazarme a tu tronco
viril y majestuoso
y al amparo de tu copa
quiero hacerte confidente
de mis luces y mis sombras,
y que a tu vez me relates
la historia de los amantes
que jurando amor eterno
grabaron dos corazones
en tu corporeidad leñosa.
© María José Rubiera
5 comentarios:
Muy lindo poema, desprenden ternuras tus letras. Un abrazo
Muchas vidas vividas las de ese roble. Muchos amores escuchados.
Un abrazo Mª José
Las historias de amor también se escriben en los árboles.
Besos poeta!
María José, gracias por regalarnos tu lindos sentires.
Abrazo
M. Ángel
Estar aquí es un remanso de fantasía.
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