Ay, Amor, cuán ladino eres
y con cuánta destreza juegas tus cartas...
y con cuánta destreza juegas tus cartas...
Imposible resistirse
al ímpetu con que acometes,
al ímpetu con que acometes,
a los taimados ardides,
a las ilusorias trampas
a las ilusorias trampas
que a los amantes les tiendes.
¿Cómo puede ser posible
que a ciegas lances las flechas
y atines a dar en la diana...?
¿Cómo imaginar que un día
llegaras a herirme de muerte...?
Sí, bien digo: De muerte,
tan flamígero es tu fuego
que por fuerza en él se perece.
Herida estaré por siempre...
Lesionada tengo el alma
desde que entraste en mi vida
sin anunciarte siquiera,
sin que contigo contara.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
3 comentarios:
Dispara sin avisar lo maravilloso, lo insospechado.
Un abrazo
María José, el amor no se busca, llega, y si se va, queda la sombra de su existencia.
Placer leerte.
abrazo
M. Ángel
"Ay amor" me gustan mucho tus versos rizados y tan reales como la vida misma...gracias a mis versos de desamor hoy tocó así y me guié por mi sobrina que la dejo el noviete son jovenes y ella sufre y no sabe lo que se sufre en esta vida, yo que sin reñir le perdí para siempre.
Es un placer recibirte en mi casa y entrar a la tuya con tanta confianza .
gracias tesoro por ser de Asturias.
besos
Marina
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