A través de una rendija
del polvoriento desván,
penetra un rayo de luna,
proyectando en las paredes
un haz de luces y sombras
y dantescas figulinas.
Siento frío, y tengo miedo:
me asusta la luz mortecina,
me acobarda la penumbra,
¡me hace sentir tan ínfima!
Y me deslizo hasta el suelo
de la mohosa buhardilla.
De entre la oscura maraña
de fotogramas pretéritos
fijados por la memoria,
velados por el olvido
y oxidados por el tiempo,
se hace nítido un recuerdo:
En la opacidad nocturna,
el grito de una lechuza
amedrentaba a la brisa
y a las turgentes marismas...
Y me refugié en tus brazos
cual la niña asustadiza.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
6 comentarios:
Eres poeta de sensibilidad y dulzura....tus palabras son siempre hermosas.
Un abrazo.
Isabel
Que sensibilidad... goza el abrazo. beso
El miedo nos hace creernos cobardes. No hay nada como dar al ser un golpe sobre la mesa.
Un abrazo Mª José
María José, placer adentrarse a tus versos
CUAL LA NIÑA ASUSTADIZA
me acurruque entre tus brazos
y al disfrutar tus abrazos
el miedo no se agudiza.
Abrazo
M. Ángel
María Jose,que bello lo que has escrito...Muy tierno y hermoso el poema,es un placer amiga,que pases un feliz domingo
El temor siempre se anticipa a la curiosidad...
Un beso poeta y Feliz Domingo!
Publicar un comentario