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jueves, 30 de diciembre de 2010

COMIENZO

La caricia que se adivina en el beso,
el furtivo cruce de una mirada,
un susurro que denota embeleso,
el arrebato que trasciende a la nada,
la concisa complicidad de un gesto,
un silencio que se intuye manifiesto.
Silencios, susurros, caricias, besos:
fugaces momentos que atrás se han quedado,
fin de un pretérito que ya suena lejos,
levedad del ser en clave de pasado;
tiempo que perece para renacer,
futuro de un hoy que reemplaza al ayer.

© María José Rubiera

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