En el negror agorero
del corazón de la mina
acémilas, pájaros enjaulados,
del letal metano el sesgo
sesgando vidas de cuajo:
la fatalidad invicta.
En el deletéreo tajo
mineros inermes... yertos,
de hulla y muerte tiznados:
hombres fornidos... y guajes
ahogados en sus gargajos,
desposeídos de aliento
por un mísero salario.
Cientos de mineros muertos:
padres, esposos, hijos...
por los que aún se guarda duelo.
Mineros pobres en haciendas
y millonarios en valores,
éticos hasta la médula.
Mineros que viviendo
en la memoria colectiva
son recurrente recuerdo
para nosotros, los astures,
que llevando a Asturias en la sangre
jamás nos humillamos
ante nada ni ante nadie.
Que allá, doquiera estéis
en paz descanséis, compañeros.
© María José Rubiera
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