De nuevo la medianoche
me induce a pensar en ti,
en ti y en la luna agorera
que desastres auguraba
sobre aquel cielo de abril.
Recelaba de su pajiza aureola
y lejos de tranquilizarme
me decías supersticiosa,
en tus pupilas bailaba
un hilarante destello... y
después:
“No te preocupes, cariño,
la pintaré transparente,
o mejor invisible, ¿sí? Tú
decides...”
y piano, los alones sigilados,
vuela mi imaginación,
y me veo en tu ciudadela
de acíbar y caramelo,
contigo juego a las damas
en el ajedrezado atrio
y la partida me ganas,
te nominas triunfador
–como antaño... como siempre–
y acuso la sensación
de en la vida haber jugado
en otro damero que no fuese el
tuyo...
se enjalbega de pureza
y del terso firmamento
los maleficios ahuyenta.
© María José Rubiera
No hay comentarios:
Publicar un comentario