Fue ayer que en el ropero confinamos
el granizo del inviernoy desempolvamos la primavera
y en la campiña la oreamos,
y hoy... ahora ¡quién lo dijera!,
en manos del estío obran
el ábaco de los días,
el cómputo de las horas.
¿Reparaste en la premura
con que se evaden los meses,la enjundia y celeridad
con que maquinan la fuga?
En la distancia se pierden...
¡con qué sordidez se van!
Se percibe diferente
el rasoliso del cielo...Es tiempo ya de pernoctar al raso
tú y yo y la luna en creciente
mediando en nuestros abrazos,
y aplaudir el meteórico desfile
de las fugaces Perseidas.
Tiempo de pensar locuras,
de perder, además de la chaveta,
la falsa moralidad
y amarnos quedos y a oscuras
en el silente trigal,
y constatar si los besos
que te doy y que me das
son más dulces que las moras,
más sabrosos que las fresas.
© María José Rubiera
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