Nada fragmenta
el pedernal de la noche:
no aletean las palabras
ni los relojes cantan,
no fulgen las pasiones
ni el amor se explaya.
Nada tienen que decirse
los yacientes en la cama:
no recuerdan
cómo se habla
la lengua del alma,
ni siquiera recuerdan
el lenguaje del alba
ni el símbolo travestido
de muselina rosada.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
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