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viernes, 25 de enero de 2013

Loa a un anacoreta

Érase una vez...
un atribulado hidalgo,
perdidamente enamorado.
Amaba a una hermosa dama, 
tanto y de tal manera
que consuelo no hallaba
al ver que la justiciera
de su vera la arrebataba.
 
Un día, desesperado, alienado,
queriendo liberar a su amada
de las mortíferas garras,
enjaezó y ensilló su caballo
y recorriendo millas
consultó a hombres sabios,
buscando respuestas,
la fórmula mágica
que otorga la vida eterna,
al no hallar de la misma certeza,
renunció a ser caballero,
eligiendo ser anacoreta.
 
Instalado en una cueva
cercana a las estrellas,
recolectaba hierbas
de la pirenaica cordillera
que luego trituraba
en un broncíneo almirez,
por ver si con la mixtura
y un ruego a la esperanza
hallaba la panacea
con que sanar a su amada.

© María José Rubiera
 

4 comentarios:

jose maria criado lesmes dijo...

Me gusta la decisión del enamorado, porque conozco casos de desengaños amorosos, que no les dio precisamente por dedicarse a la vida comtemplativa.
Besos amiga María josé

Anónimo dijo...

Preciosa historia María José, a donde no llegará el amor, que hace pensar y actuar de formas tan diferentes, unos aman si reservas otros matan si no consiguen lo que quiere, el amor y la vida van de la mano.
Un abrazo
Ambar

Carmen Silza dijo...

Una bella historia en honor al Amor, como dice Ambar el Amor y la vida van siempre de la mano, pero no todos tratamos al Amor de la misma forma.Que tengas una linda semana María José.Bss

Gabriel Cordears dijo...

Todo por ella, con la sana intención de desear lo mejor.
Besos!