Un insustancial beso en la mejilla,
otro glacial beso en la frente,
una caricia fingida
y una mueca en los labios
con pretensiones de sonrisa.
Un "te quiero..., pero no lo suficiente
para encadenarme a ti de por vida,
para vivir contigo eternamente".
Un adiós en que podía adivinarse
un "hasta nunca, no volverás a verme",
Y sin más, se fue el jardinero,
se marchó sin tan siquiera emitir
un "perdóname" ni un "lo siento".
Y la rosa carmesí,
hasta entonces cultivada con esmero,
decidió abandonar el jardín:
¿Para qué permanecer,
qué lógica tenía vivir
si ya no gozaba del mimo
de su amado jardinero?
Y sin pensárselo dos veces,
se desprendió de sus pétalos,
y en menos de lo que dura un suspiro
los desperdigó el viento.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
2 comentarios:
Aomiga Maria Jose, a esa rosa le diría.
Con lo mal que se portó
el jod... jardinero
que hasta el riego le nego,
que aprenda a decirle adios
y si te vi no me acuerdo
Un beso
Una caricia fingida, un te quiero sin convicción… mal presagio para compartir y encadenarme de por vida…
Un cálido abrazo
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