Sí existe el mundo perfecto:
existe cuando estoy contigo
y tus labios se aproximan a los míos,
en el prolongado beso
que nos hace transportarnos
a esa comarca de ensueño
que en esencia recreamos
en las hojas de un cuaderno.
Existe cuando te muestras
lo mismo que un niño chico
y arrebujándote en mis brazos
te susurro: “Dulces sueños”
y aunque sé que estás dormido
sigo atusándote el pelo,
y con aire distraído
sobre tu frente pergeño
un apasionado verso:
“Que no te turbe
amarme, amor mío.”
Existe cuando tus ojos
se detienen en los míos
y los míos en los tuyos...
y se paraliza el tiempo.
Existe cuando al mirarnos
en mí te ves... y en ti me veo.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
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