¿Recuerdas aquella noche...?
Me meciste entre tus brazos
como si fuera una niña,
me besaste con ternura,
prodigándome caricias;
en el nocturno silencio,
nos entregamos sin medida.
Arriba, en el grandioso cielo,
la diosa decidió ocultarse
entre borrosas calimas,
negándonos su belleza,
celosa de nuestra dicha.
Obviando su ausencia,
permanecimos a oscuras;
bastaban para iluminarnos
nuestras iridiscentes pupilas,
mimos, besos y sonrisas:
suficiente luz para adivinarnos,
asaz claridad para amarnos,
amarnos sin límite, vida mía.
© María José Rubiera Álvarez
Me meciste entre tus brazos
como si fuera una niña,
me besaste con ternura,
prodigándome caricias;
en el nocturno silencio,
nos entregamos sin medida.
Arriba, en el grandioso cielo,
la diosa decidió ocultarse
entre borrosas calimas,
negándonos su belleza,
celosa de nuestra dicha.
Obviando su ausencia,
permanecimos a oscuras;
bastaban para iluminarnos
nuestras iridiscentes pupilas,
mimos, besos y sonrisas:
suficiente luz para adivinarnos,
asaz claridad para amarnos,
amarnos sin límite, vida mía.
© María José Rubiera Álvarez
4 comentarios:
Solo basta para los amantes, las brasas del amor que aun perduran después de todo, cuando la oscuridad de la noche los abriga en la inextinguible pasión.
Bellos tus versos
Un beso
…Siempre es un placer tu visita
A mi blog…y agradezco tus elogios
Feliz fin de semana
Un abrazo
Marina
Preciosa y sensible poesía querida poetisa.
Muaky
Un verdadero y profundo amor =)
"Bastaban para iluminarnos nuestras iridiscentes pupilas".
Cuando hay luz, una mirada lo dice todo entre dos personas que se aman.
Un beso :)
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