Un sabatino amanecer,
próximo el sol a nacer,
sobre el alféizar posado
un ruiseñor ha trinado
con canora melodía;
era portador de un mensaje que decía:
"Eterno será nuestro amor, vida mía,
en el tálamo, una vez desposados,
obraremos el acto de enamorados,
libaré la dulzura de tus labios
y juntos, enlazándonos las manos,
saludaremos a la brisa marina,
al rocío que la flor fertiliza,
a las mariposas danzarinas,
a duendes, sílfides y ondinas.
Recuerda que te amo locamente,
que mi ser te pertenece,
no olvides que nos está destinado
vivir, cariño, uno en el otro;
si me olvidas, no conoceré reposo..."
© María José Rubiera
próximo el sol a nacer,
sobre el alféizar posado
un ruiseñor ha trinado
con canora melodía;
era portador de un mensaje que decía:
"Eterno será nuestro amor, vida mía,
en el tálamo, una vez desposados,
obraremos el acto de enamorados,
libaré la dulzura de tus labios
y juntos, enlazándonos las manos,
saludaremos a la brisa marina,
al rocío que la flor fertiliza,
a las mariposas danzarinas,
a duendes, sílfides y ondinas.
Recuerda que te amo locamente,
que mi ser te pertenece,
no olvides que nos está destinado
vivir, cariño, uno en el otro;
si me olvidas, no conoceré reposo..."
© María José Rubiera
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