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viernes, 23 de enero de 2015

Meridiano...

 
Amor peregrino, amor,
en respuesta a tu pregunta
te diré: rara es la noche
que no irrumpes en mis sueños.
De no ser por la rapsodia
que harto madrugadora
de azulenco hollín tiznara
los quicios de la ventana,
contigo estaría soñando.
Y sé reviviré el sueño
en cuanto asiente la frente
sobre la muelle almohada,
pues, habiendo sido aplazado,
bajo el cabezal me aguarda.
Si bien todos los sueños
resultan incoherentes
éste se lleva la palma
y el premio a lo incongruente,
porque, mi impenitente seductor,
¿cómo imaginarte presa endeble,
de musarañas bocado?,
¿cómo pensarte dividido
si tenerte entero quiero?
No interpretes te concibo
objeto de uso exclusivo
que la apetencia me alegre:
tenerte a mi vera quiero,
codiciando seas tú mismo,
y en la tibieza del lecho
excitemos los sentidos
no una noche, sino ciento.
Así de meridiano... y sencillo.


© María José Rubiera
 

jueves, 8 de enero de 2015

Soneto a la pobreza

 
 
 

Mendicante

 
Era adorable:
femenina, delicada,
dócil y moldeable,
de reyezuelo vasalla.
 
Ínfima era la almadía,
tan dúctil y mansa el agua
en la que año tras año
el macho alfa reverberaba...
                                                                   Mansa...
hasta decidir embravecerse,
regir las propias mareas,
a ella misma obedecerse,
acontecer soberana
en lugar de sierva.
 
                                                                  Soberana...
del supremo derrocado
que inope mendicante,
la cerviz humillando,
limosna de amores
habría de implorarle.
 
                                                                    Y suplicante:
“Te ruego no me ignores,
mírame a los ojos y dime
que has dejado de amarme...
Y si es que aún me amas, vida,
¿hasta cuándo este suplicio,
 condena y penitencia?
¿Hasta cuándo esta agonía...?”
 
© María José Rubiera