Buscar este blog

jueves, 25 de septiembre de 2014

Sorpréndeme

 
Sorpréndeme, vida,
pero no me sorprendas
con cuantiosos regalos:
en absoluto me importan;
me son innecesarios.
Ni con rosas de mayo:
me hace mella en la retina
verlas enlutarse,
expirar y volatilizarse.
 
Sorpréndeme... al amanecer, 
al desperezarnos...
con besos
que emulando a la aurora
de un agostado verano
luzcan luminosos
y ornamenten la alcoba
de magenta-azulado,
cromados...
para evitar los oxide
el rigor de los años.

Sorpréndeme... al acostarnos...
con requiebros
que me suenen a sonetos
inspirados por el amor,
sonetos...
sin tercetos encadenados:
nada quiero prisionero
sino libre,
independiente,
alado.
 
Sorpréndeme día y noche,
semana tras semana, 
mes tras mes, año tras año...
con incondicionales fidelidades,
jamás con engaños.
 
Sorpréndeme...


© María José Rubiera Álvarez
 

 

martes, 23 de septiembre de 2014

Autumnal

A lomos de un unicornio,
sorteando escarpaduras
y bochornos veraniegos,
en la grupa quimeras estivales
y molestos aguaceros
llegó el sosegado otoño...
con sus tizas de colores
sojuzgando las alforjas,
dispuesto a matizar de ocre
las arboledas... las hojas.
 
Llegó, y no con poco esfuerzo:
en lo que duró su periplo
hubo de burlar a Eolo
y su enojoso soplido;
empeñar sus ajorcas cósmicas,
de sus espuelas el oropel,
 la capa de oro macizo...
 y permitirse así sobornar
al elfo de los cuatro vientos,
al genio de las cuatro puertas,
al gnomo de las cuatro esquinas,
al mago de los Cuatro Reinos.
 
Comenzó el ciclo autumnal...
 
La consigna de los caducifolios
empieza ya a propagarse
por el hemisferio boreal,
a cobrar auge y extenderse
el perenne lema anual:
A Gea lo que es de Gea,
y en beneficio de todos los seres
habidos y por haber,
que Gea lo regenere...
Amén.


© María José Rubiera

 
 

viernes, 12 de septiembre de 2014

El azulear del alba


Hoy,
cuando el Ardiente se escore
en la angulosa montaña
y en el ara del horizonte
un segundo más de vida
 implore...
O si te viene mejor, mañana,
en cuanto el alma asustadiza
al igual que el caracol
que barrunta amenaza
se pliegue sobre sí misma
y en su intimidad se líe.
 
Mañana,
a primera hora,
antes de que amanezca,
mucho antes de que se activen
las ferias y las trapacerías
y rocambolescas sonajas
las voluntades achiquen...
Tú y yo
y la marinera ventolera
y el vehemente oleaje
exhumaremos el reloj
que a instancias de la noche agarena,
abominando la luz del día,
en aquella isla innombrable
vertió su espermática arena.
 
Le daremos hipogeo adecuado
y ojalá entonces las horas
gris marengo ennegrecido,
lúgubres ahora,
plagien el azulear del alba...
y con azulete aviven
el día a día de nuestra jornada.


© María José Rubiera