Sorpréndeme, vida,
pero no me sorprendas
con cuantiosos regalos:
en absoluto me importan;
me son innecesarios.
Ni con rosas de mayo:
me hace mella en la retina
verlas enlutarse,
expirar y volatilizarse.
Sorpréndeme... al amanecer,
al desperezarnos...
con besos
que emulando a la aurora
de un agostado verano
luzcan luminosos
y ornamenten la alcoba
de magenta-azulado,
cromados...
para evitar los oxide
el rigor de los años.
Sorpréndeme... al acostarnos...
con requiebros
que me suenen a sonetos
inspirados por el amor,
sonetos...
sin tercetos encadenados:
nada quiero prisionero
sino libre,
independiente,
alado.
Sorpréndeme día y noche,
semana tras semana,
mes tras mes, año tras año...
con incondicionales fidelidades,
jamás con engaños.
Sorpréndeme...
© María José Rubiera Álvarez
© María José Rubiera Álvarez