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jueves, 31 de octubre de 2013

Sonámbula (soneto de amor)

Hiende el relámpago la lejanía,
deserta la sombra despavorida,
la noctívaga lechuza, aturdida,
ve su reflejo en la espejada ría.
 
Sonámbula, ronda la galería:
los pies descalzos, la piel aterida;
una lágrima en los labios prendida,
el corazón ardiendo, el alma fría...
 
Soñando soñaba que él la buscaba,
soñando soñaba que la cubría,
soñando soñaba que la besaba.
 
Soñaba que en su seno germinaba
rosado nenúfar de Alejandría.
Soñaba... soñando que no soñaba.


© María José Rubiera

jueves, 24 de octubre de 2013

Azufrado

Amanece gris-plomizo.
Intuyo que el de hoy será uno de esos días macilentos en los que el instante parece congelarse en algún vértice del espacio-tiempo, en que el cronómetro continúa registrando un presente hecho ya pretérito. Días en los que predomina la carencia de entusiasmo, de dinamismo, de ritmo y cualesquiera expectativas y motivaciones abocadas están al fracaso.
Días fláccidos, famélicos, tísicos en los que la naturaleza dormita y nada fructifica, ¡nada! En los que se motean de lánguido azufrado los jardines, las hojas de los árboles, las calles, los edificios, los tejados...
Días cáusticos, malhadados en los que mis pensamientos cían a la deriva y mis versos, al no hallar ideas que los capitaneen, se amotinan en el océano de la necedad. En los que las palabras se me aglutinan en el cerebro y contestatarias exigen manifestarse, resultando ser insustanciales una vez trasladadas al papel.
 
Amanece gris-plomizo.
La turbiedad del asfalto pesa sobre mis párpados. Presa de astenia anímica me digo que más me vale continuar durmiendo, y soñar con lo venidero.

© María José Rubiera 

viernes, 18 de octubre de 2013

A barlovento

Aspiro, cariño mío,
a ver transcurrir la vida
poetizando, relatando... amando;
a transcurrirla contigo.
 
A que el vendaval se aleje
del quicio de nuestra puerta,
y los batientes refrenen
intromisiones ajenas.
A que los besos florezcan
no sólo en ciclo vernal
sino siempre que apetezcan.
 
A que el viento a barlovento
haga sonoro el silencio,
a que el aura marinera
atesore en sus alforjas
susurros de caracolas,
a que las aves canoras
se avisen marchantes de arte:
el arte del amor,
el arte de amar...
el arte de amarse.


© María José Rubiera

viernes, 11 de octubre de 2013

Melismas

Si bien el latitar del nordeste
borrasca latente entraña
y migajas de sevicia
contaminan el ambiente,
homilía luminosa
declama el predicador
en el pórtico del Oeste.
 
Anochece,
sin estruendo,
sosegadamente...
sin aspavientos.
Las Aónides celestes
van discurriendo grafismos
sobre el lienzo anochecido,
y el arcano de los versos
deja de ser un misterio.
 
En el difuso claroscuro
me voy perdiendo... y te pierdes;
nos perdemos rúa abajo,
cada cual en sus quehaceres.
Nos perdemos sin remedio:
melismas de fado amargo
toman asiento en el atrio.

© María José Rubiera