Todavía es primavera,
y, sin embargo...
El celeste estanciero,
con labios de incontinente
y mohín de senescente,
a más de ígneo, chulesco,
obstinado e impenitente
lame, con lengua de fuego,
los sinuosos pastos verdes,
los hayedos y salcedos.
La acuátil salamanquesa
aplaude los lametones
y los ardorosos besos,
la sargantesa celebra
el acento circunflejo
del soberano del cielo.
Los campos amarillean,
se asfixia la dúctil yerba,
las flores se desmadejan,
el avisado milano
sitia la sombra boscosa,
conquista el álveo del río;
en la impenetrable umbría,
se aprecian sedientos trinos,
se escucha el doliente piar
de los hijuelos del mirlo...
Todavía es primavera,
y, sin embargo...,
el Sol agosta la Tierra.
© María José Rubiera
© María José Rubiera