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lunes, 26 de noviembre de 2012

Soledad

Soledad..., soledad..., soledad...
 
Soledad,
del riachuelo reseco, 
de la acequia sin agua,
del charco sin aguacero,
del insecto sin alas,
de la flor sin pétalos,
del día sin madrugada,
de la noche sin luceros.
 
Soledad,
en el hogar sin fuego,
en el pábilo sin llama,
en el amor sin anhelo,
en el cortejo sin audacia,
en el cariño sin empeño,
en la caricia sofocada,
en los labios sedientos...
 
Soledad en el alma.


© María José Rubiera

jueves, 22 de noviembre de 2012

Por suerte

Lo rompí, lo rompiste...
¿Lo rompimos los dos,
o no fue sino mero accidente
que se rompiera el amor?
Quizá logremos recomponerlo,
por suerte, no se hizo añicos,
por fortuna, el niño ciego no entiende
de pretéritos indefinidos.
 
Aún estamos a tiempo
de evitar daños colaterales,
el invidente no sabe
movilizar los recuerdos,
ni proyectar fotogramas
de matices obsoletos
y pátinas desgastadas.
Desconoce, por ventura,
que rebobinar la película
no le confiere carácter de estreno,
ni adquiere cualidad de flamante
aquello que se hizo viejo.


© María José Rubiera


sábado, 17 de noviembre de 2012

Todo

Todo es turbador a tu lado.
Todo: el amor, la caricia,
la risa, el llanto,
la ventura, la desdicha,
lo sonoro, lo callado...
 
Tu boca peregrina,
escrutando el camino,
localizando el atajo,
tomando el desvío,
sitiando la delicia...
 
Tu mano transeúnte,
adivinando la hondura,
merodeando la cumbre,
revelando la hendidura,
vulnerando la cúspide...
 
Tus besos bohemios,
buscando lo impreciso,
desgajando los frenos,
asediando lo indistinto,
exonerando el deseo.


© María José Rubiera


martes, 13 de noviembre de 2012

Condénalos

Deja que mis labios besen
tus ardorosas mejillas,
que en tu patricia frente
repose mi mano tibia.
Déjame atenuar la fiebre
que te apaga y debilita.
 
Me abruma saberte enfermo,
insufrible me es verte
librar lid con los celos,
desafiarlos a duelo,
con ellos batirte a muerte...,
rendirte ante sus deseos.
 
No permitas que te venzan,
hurga dentro de tu cerebro
y doquiera los encuentres,
arrásales las defensas,
de tu voluntad hazlos reos,
condénalos a cadena perpetua.


© María José Rubiera
 
 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

En tanto...

Estás aquí,
infinito, inmensurable,
estás conmigo, junto a mí.
Estás, pleno de vida, radiante,
caldeando la frialdad del lecho,
diluyendo la confusión nocturna,
la penumbra del aposento.
 
¡Oh, sí, estás!, gozándote,
en la sublimación del momento,
en el concluyente estertor,
en el después inmediato,
en el silencio ulterior.
 
¡Oh, sí, estás!, en el tálamo conquistado,
pletórico, durmiendo,
la sonrisa prendida en los labios,
con la frazada cubierto,
vinculándote a mi alma,
enlazándote a mi cuerpo.
 
En tanto que duermes,
analizo tu alter ego,
los intersticios de tu mente,
cada poro de tu pensamiento,
sondeo si eres quien dices ser,
si finges ser quien no eres.
En tanto que duermes,
indago si nos conocemos.
 
 

jueves, 1 de noviembre de 2012

Sedeña

Se dilató el útero de la sombra,
ora una contracción, ora un respiro,
un lacerante dolor,
otro más y otro seguido
hasta alumbrar la lívida aurora.
Nosotros, sin haber dormido
(a dormir se resiste el amor),
al alumbramiento asistimos,
asomados al balcón.
 
¿Recuerdas? Era pleno invierno,
diadema blanca lucía la montaña,
los témpanos pendían del alero,
la ciudad desierta estaba,
ni las vocingleras urracas
ni los gemidos del viento
osaban transitar la mañana.
Mas no acusábamos la gelidez,
ni tan siquiera reparábamos
en no enfundar más veste
que nuestra sedeña piel.

© María José Rubiera