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domingo, 20 de mayo de 2012

Nómada (soneto)

El silente silencio era testigo 
de que mi mente nómada vagaba 
y las dunas oníricas trillaba 
con la intención de toparse contigo. 

El inicuo viento abatía el trigo, 
las áureas espigas deslavazaba 
y a merced de la lluvia las dejaba 
en tanto que yo soñaba contigo. 

La alborada a hilvanarse comenzaba, 
el éter de índigo se iba vistiendo, 
yo sumida en el sueño continuaba. 

El tenaz ensueño aún me frecuentaba, 
mas no era yo la que estaba durmiendo: 
dormía mi alma, y contigo soñaba.


© María José Rubiera

lunes, 14 de mayo de 2012

Ordalía

Las sombras se dispersan, 
la oscuridad se disipa, 
los gallos de alboroto hacen derroche, 
pregonando la ordalía 
en que se enjuicia a la noche 
y se excarcelan las claras del día. 

De su excelsa donosura 
se vanagloria la aurora, 
ante tan regia hermosura 
las luciérnagas se eclipsan 
y le rinden pleitesía, 
el aire se aromatiza 
y las aves ejecutan 
la matinal sinfonía. 

Las horas son fugitivas 
que se evaden en tropel, 
se precipitan los días, 
y nos repetimos, igual que ayer, 
como nos repetiremos mañana 
y pasado mañana y una y otra vez.

© María José Rubiera

miércoles, 9 de mayo de 2012

¿Nos amamos...?

No encarcelaré al amor 
en el penal de los versos, 
dejaré que vuele libre 
e impulsado por el viento 
se eleve lo más alto posible 
y se integre en el universo.

No mencionaré al amor 
si lo que siento es deseo, 
no lo mentaré en vano 
ni recitaré el verbo amar 
hasta saber conjugarlo 
no sólo en tiempo presente 
sino en futuro lejano.

Yo amo, tú amas... ¿Nos amamos?
Te acaricio, me acaricias, 
me besas, te beso, 
te mimo, me mimas... 
¿Nos amamos realmente, 
o es el fuego de la pasión 
quien a mimarnos nos mueve?


© María José Rubiera

viernes, 4 de mayo de 2012

Siempre será niña

No viajaremos en el mismo tren: 
me subiré al del estío 
y tú al del invierno, 
mas no te apures, amor mío, 
ambos están programados 
para arribar a nuestro destino. 

Aguárdame en el andén 
de la indeleble ilusión. 
Llegaré portando una valija 
con bombones de licor, 
amén de otras golosinas 
con que endulzarnos la vida. 

Antes de apearme del convoy 
miraré por la ventanilla, 
retendré el instante presente 
y fijaré en mi retina 
tu sonrisa y tus gestos: 
cuidaré de retocarlos cada día 
y redimirlos del tiempo. 

No te inquietes, vida mía,
como bien dijo el poeta cordobés:
"La primavera siempre será niña".


© María José Rubiera