Si
de pronto un genio se me apareciese
y
tuviese a bien concederme deseos,
pediría
ser orífice de sueños,
hacer
de cada experiencia,
de
cada instante vivido a tu lado,
un
dorado y perenne recuerdo.
Pediría
aprehender un haz luminoso
con
que iluminar tus apagados ojos,
capturar
los atributos del fuego
y
avivar el amor que finge estar muerto.
Pediría
ser artífice, orfebre,
labrar
un dije, un camafeo
de
plata, oro, ónix y jaspe negro,
figurando
en el relieve
nuestro
momento más bello.
Diseñar
un relicario,
con
adornos marfileños,
para
albergar las reliquias
de
tus caricias y besos.
© María José Rubiera
© María José Rubiera