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sábado, 30 de abril de 2011

A pesar...

Te amo...
A pesar de tus miedos.
A pesar de tus celos...
¡Oh, mi dulce amor!
Te adoro..., a pesar de todo.

© María José Rubiera

jueves, 28 de abril de 2011

Adónde irás...

Sigilosos son mis pasos
y a hurtadillas, te contemplo,
velando tu dulce sueño:
me place verte rendido,
me place verte vencido,
me place verte sereno.

Me place verte dormido.
¿Adónde irás en tus sueños...?
¿Visitas celestes reinos,
te citas con bellas huríes
de tez y cuerpo morenos
y ondulado pelo negro?

¿O bien seduces estrellas,
emulando a los luceros...?
¿O quizá sueñas conmigo,
amado amor, hechicero?
¿Me lo contarás, cariño,
cuando despiertes del sueño...?

© María José Rubiera

miércoles, 27 de abril de 2011

El suspiro del alma

Y nos sorprendió el ocaso:
el astro rey se guardaba
tras la rocosa montaña,
cediendo a la luna el paso.

Y reposaste mi mano
sobre tu pecho moreno
y me susurraste, quedo,
palabras de enamorado:

"¿Oyes agitarse mi alma
al percibir tu contacto?
Escúchala, mi amor, ¿la oyes...?,
ansía amarte, y ser amada.
¿La oyes...? Se sobresalta,
cual torrente despeñado,
al pensarse acariciada
por el roce de tus labios."

Y entonces, por vez primera,
oí los suspiros del alma,
y de tu alma, seductora,
quedé por siempre prendada.

© María José Rubiera

lunes, 25 de abril de 2011

Derrama...

Derrama estrellas sobre mi pelo,
sobre mi rostro, luceros,
caricias sobre mi cuerpo,
sobre mis labios, deseos,
sobre mi boca, agua:
ansío beber en tu boca grana.

Derrama silencio sobre mi alma,
silencio..., parco en palabras:
concebido en la galaxia,
gestado en el universo,
alumbrado en el pensamiento.
Silencio..., áureo silencio.

© María José Rubiera

domingo, 24 de abril de 2011

Soneto a una sombra

Portaba la libertad por bandera,
 una maleta repleta de sueños
–exentos de imposiciones y dueños–:
sueños forjados en una quimera.

Arribó a una ciudad cualquiera.
En un jardín –con aromas sureños–
reparó en la vacuidad de los sueños,
fraguados un día de primavera.

Mas no estaba sola... Era evidente
que los manes –prófugos del pasado–,
adquiriendo cualidad de presente
implacables le ofuscaban la mente,
el lustre del Ser: de por sí velado
por un recuerdo ingénito, inmanente.


© María José Rubiera Álvarez

miércoles, 20 de abril de 2011

Sensaciones

Me desperté al manifestarse el alba,
cuando la incipiente aurora
indiscreta se filtraba
a través de una rendija
descuidada en la ventana.

La brisa me acarició la cara,
y en el ambiente flotaba
un aroma de artemisa;
y a diferencia de otras mañanas,
me noté extraña..., distinta.

Me invadió una sensación especial,
incognoscible, inaprehensible,
inefable..., imposible de explicar:
¿Tal vez una vivencia espiritual?,
¿un integrarse en el fluir universal...?

© María José Rubiera

martes, 19 de abril de 2011

Delicias

Llegaste sin previo aviso,
y no contaba contigo...
"Ya estoy de vuelta, mi vida",
dijiste, colmándome de requiebros.

Venías cargado de obsequios:
unas preciosas orquídeas,
delicadas como caricias,
versos para mí compuestos,
zalemas... que son delicias.

Yo, en agradecimiento,
alzándome de puntillas,
enlazándome a tu cuello,
te brindé un sinfín de besos.

Sin ápice de pudor
recorriste mis jardines,
y en ellos sembraste, amor,
rosas, nardos... y jazmines.

© María José Rubiera

domingo, 17 de abril de 2011

En cuerpo y alma


Aun a nuestro pesar, compartimos sino,
nos hemos entregado en cuerpo y alma:
tu ser mora en mi ser y mi ser contigo;
rindámonos a la evidencia, cariño.

Sin mí, la existencia se te hace oscura,
tenebrosa..., cual noche sin luna;
sin mí, tu vida se diluye en la nada,
cual delfín que agoniza en la playa.

Sin ti, la claridad se me vuelve opaca;
soy como antorcha carente de llama,
ausencia de luz, omisión del alba,
soy cual sirena en arrecife varada.

© María José Rubiera

viernes, 15 de abril de 2011

En cada palabra

En cada palabra tuya omitida,
se me va desgastando el alma,
se me va marchitando el corazón
en cada palabra...

¡Y es que tantas son las veces que silencias
y reservas cuánto en verdad me amas!
¡Tantas las horas que implacables me asaltan,
y se me hacen tan largas...!

Y a la espera de tu ausente palabra,
me va caminando la lóbrega noche
y penetra mi piel, cual filosa espada,
y la noche pasa...

Y se me eterniza cada segundo,
y llorando me sorprende el alba
y mi silente llanto se derrama,
reposando en mis labios las lágrimas.

© María José Rubiera


jueves, 14 de abril de 2011

Me obsequiaste

Y me obsequiaste con rosas
portadoras de delicias,
como tus labios, melosas,
fragantes como caricias.

Rosas rojas exultantes,
granas..., cual fuego encendidas,
como besos insinuantes,
de amores enardecidas.

© María José Rubiera



miércoles, 13 de abril de 2011

El juego del amor

En el juego del amor,
que es la esencia de la vida,
¿hay vencido y vencedor,
o en tablas se queda la partida...?

Intrínseco interrogante
hecho por el corazón
a diario..., con insistencia,
urgiéndole contestación.

Y al pronto se me impacienta
y su ritmo se acelera,
y me cabe serenarlo
argumentándole vaga respuesta:

Al instante se diluye el empeño
al no oponer resistencia el objeto.
El amador ama, y el amado se deja amar,
el amador suma, y el amado resta
y cuanta más porfía..., mayor indiferencia.

© María José Rubiera

lunes, 11 de abril de 2011

Penetras...

Penetras mis noches:
agitando mis sueños,
prometiendo amor,
imaginando versos.

Penetras mis sentidos:
recorriendo mi cuerpo,
besando mi alma,
mis rosados pétalos.

Penetras mi vida,
amor ardiente:
jamás ausente,
de continuo presente.

© María José Rubiera

domingo, 10 de abril de 2011

En la magia de la noche

Fue en esa mágica noche
en que el trébol se recoge
y danzan hadas y silfos
en el claro de los bosques.

Nos tendimos junto al río
y enlazando nuestros cuerpos,
sin pronunciar ni un suspiro,
nos amamos en silencio.

Y amándonos continuamos
sin concedernos respiro,
y tornó el clarear del alba
con su blancura de armiño.

© María José Rubiera


viernes, 8 de abril de 2011

Amor perdido

Hemos perdido el amor,
se ha extraviado en el fracaso
y desorientado vaga
a causa de grave error.

Entre tus brazos morenos
ya no podrás estrecharme,
ni ceñirme la cintura
ni en mis pupilas mirarte.
No gozarás de mi boca,
que te entregaba cual loca,
ni la pasión de mis besos
que otrora te estremecieron.

Ya no podré ver tu rostro
alumbrado por la luna,
ni contemplar tu mirada
rebosante de ternura.
No libaré de tus labios
el néctar que sabe a menta,
y mis manos, al no hallarte,
acariciarán el aire.

© María José Rubiera

lunes, 4 de abril de 2011

Encrucijada

Me adentré, con pretensiones de olvido,
en el paraje de la Indiferencia,
y me abordó la voz de la conciencia
a mitad del trayecto recorrido.

Apenas un saludo, una mirada
y, a la par, reanudamos el camino;
ella, rauda; yo..., con andar cansino,
y, a no tardar, surgió una encrucijada.

Me detuve y sopesé ambas opciones.
Una vía conducía a la incertidumbre,
ignota en certezas y soluciones.

La otra iba directa a las emociones:
miedo, ira, soledad y pesadumbre;
al paroxismo de las sensaciones.

© María José Rubiera

viernes, 1 de abril de 2011

Al insinuarse el alba

He escalado la montaña
y coronado la cima
al filo de la mañana,
a la insinuación del alba.
Casi al borde del abismo,
oteando el horizonte,
he mencionado tu nombre,
y les pregunté a las nubes
si por un casual te vieron;
pero nada respondieron...

He preguntado a los vientos,
a la neblina y al eco
si sabían tu paradero,
en cuáles nidos te alojas,
en cuáles lechos te acuestas
y qué otras rosas deshojas;
pero nada respondieron:
la neblina y los vientos
mudos permanecieron
y el eco... guardó silencio.

© María José Rubiera