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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Extranjero

 
Amanecerse,
como se amanece el alba
después de la noche negra,
negra... como la pena.
Negra...
como cánido mordiente
que la espesura frecuenta,
como una sima espantosa,
como raíz de mandrágula hembra.
 
Negra...
por ampararse la luna
tras la nube nigromante,
esa luna parturienta
que, entre espasmos sofocantes,
va pariendo las ideas
que buscan amamantarse
en la mente del poeta.
 
Amanecerse,
como se amanece el arco iris
después de copiosa lluvia,
como se amanece el eco
ante el clamor de la viuda,
en el confín del silencio.
 
Silencio...
un acervo de emociones,
de confusos sentimientos,
un extrañarse a sí mismo,
entrever al extranjero.


© María José Rubiera
 

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