¿Es la vida el alfahar
donde con mano siniestra
obra el alcaller del tiempo...?
Me atrevería a afirmar:
“Lo es.
¡Y más que a nada lo temo!”
De temer es asimismo
el hipotético alfarero,
o ceramista poco versado
en esmaltar sentimientos
que difuminados por el fastidio
tiran a blanco y negro,
que por más que se restauren
ya nunca serán los mismos...
–¿O sí?–
Ante la duda, empero,
un réquiem por la arcilla
sacrificada a la forma:
hornacinas,
cántaros,
cuencos,
arybalos...
Y un crisantemo negro
para el enlodado amor
que el presunto cantarero
gustó de trastocar en ajado
siendo apenas bisoño...
habiendo sido gozado
inédito.
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